
Nos ha contado que el día de la batida él iba acompañando a los perros. Aunque suelen cazar con sabuesos cruzados excelentes en el rastro del jabalí, ese día el perrero que les acompañó llevaba unos podencos que le brindaron a Pol este inolvidable lance. Él mismo nos lo explica:
Los perros ladran a parado
«Ese día iba acompañando a los perros. Cuando llevábamos un rato en el monte, oí que ladraban a parado. Me apresuré a llegar al lugar donde estaba. Cuando llegué, los perros me vieron y se lanzaron contra el jabalí, que intentó librarse de ellos.
»Subió hacia lo más alto del monte, a un lugar donde había una charca, y allí le pararon los perros. Cuando les alcancé, me aposté para intentar disparar, y el jabalí me vio. Entonces, salió huyendo en dirección contraria, momento en el que aproveché, encaré mi escopeta Hatsan, apunté bien al cochino y disparé.
El mejor trofeo que tiene hasta ahora
»Le alcancé en la zona media del cuerpo, y murió pocos pasos más allá. Yo no le había visto el trofeo. Me di cuenta de lo que llevaba cuando me acerqué.
»Mi padre y mi abuelo están muy contentos, casi más que yo. Es el jabalí de mejor trofeo que he cazado, aunque tengo algún otro bueno, pero no tanto como este, que, como curiosidad, no llegó a pesar ni 50 kilos».
A la espera de la medición
Cuando hablamos con Pol, acababa de enviar el trofeo a un buen amigo que los prepara muy bien, pero no los ha medido, ha querido esperar a que su amigo le diga, de manera exacta las medidas y los puntos que alcanzará su trofeo.
De familia de cazadores
La batida era pequeña, con 20 paradas y cinco perreros, en Montagut, Gerona. Pol pertenece a la Colla de Montagut. La pasión por la caza le viene de familia. Desde su bisabuelo, después su abuelo y su padre, le han enseñado lo que sabe del mundo de la caza, y ha demostrado ser un alumno aventajado.