
Extrañamente, los galgos no han atrapado a la liebre, a pesar de haberla alcanzado. Quien graba la escena ha llegado aceleradamente al perdedero, que es un olivar.
Galgos y liebre sin aliento
Allí encuentra la curiosísima escena: los dos galgos recuperando la respiración y la liebre allí, parada, haciendo lo mismo. Incluso uno de ellos se acerca a ella, y la brava liebre se intenta defender alzándose sobre las patas traseras y atacando con las delanteras al galgo, pero este pasa de largo y no emboca a la afortunada presa.
Una carrera que les vacía
Existe la posibilidad de que los perros, tras el tremendo esfuerzo de una carrera que, presumiblemente, ha durado varios minutos (nos dicen que incluso más de cuatro o cinco minutos), no sean capaces de atrapar a la liebre con sus bocas porque las necesitan para respirar tras tremendo esfuerzo. Si lo intentasen, seguramente se asfixiarían.
¿Y tú? ¿Qué opinas?